miércoles, 16 de octubre de 2019

«Alien»: el terror genuino

Este año se cumple el cuarenta aniversario del estreno de la obra maestra del terror Alien, el octavo pasajero, dirigida por Ridley Scott y estrenada en 1979. 

Desde esta fecha, muchas secuelas han intentado alcanzar el nivel de la original.

Aliens, la secuela de James Cameron, se conciencia de la imposibilidad de alcanzar a su predecesora en su propio terreno y, desmarcándose, da lugar a una más que notable película de acción. La injustamente condenada Alien 3, primer largometraje de David Fincher, tiene una vuelta a la esencia de la obra original, aunque la intervención de los productores se hizo notar. El resto de secuelas p. ej. Prometheus (2012), Alien: Covenant (2017)– dan lugar a un cúmulo de mediocridades que serán olvidadas con el paso del tiempo. Ninguna alcanza el nivel de perfección de la primera entrega.

¿Por qué es, pues, Alien un icono del terror?

El objeto de esta crítica será encontrar las claves del éxito de un clásico del género.

Es común leer que el terror es uno de los géneros más complejos a los que puede enfrentarse un cineasta. Las productoras, sin embargo, no parecen verlo así. Han encontrado en este una gran fuente de ingresos.

Todos los viernes se estrena una película que tiene como protagonista a una entidad diabólica, a un payaso, a una muñeca poseída, o cualquier otro tópico. El público asiste a las salas –cada vez con mayor indiferencia– con esa extraña voluntad de pasar miedo, pero solo en contadas ocasiones las abandonan genuinamente aterrados.

Una de las primeras y sorprendentes características de Alien es su sencillez. Es la ya universal historia del monstruo que devora seres humanos. La estructura del guion no puede ser más clara. En la primera mitad del film se nos presenta a los personajes y al monstruo. En la segunda el monstruo acaba uno por uno con los personajes. No hay más. La misma historia ha sido filmada incontables veces. Casi siempre con pésimos resultados.


Algunos intérpretes han atribuido su éxito al espléndido trabajo de diseño o a la evidente simbología sexual del alien. Y, aunque no les falta razón, estos indudables aciertos son complementos que refuerzan el verdadero acierto de la cinta: evitar dar respuestas.

El primer cuarto de la cinta está dedicado a la presentación de los personajes. Scott, ya desde los primeros planos, nos introduce a ese gran personaje que es la nave Nostromo, la nave comercial desgastada, laberíntica y hostil donde los personajes se verán atrapados. Después conocemos a la tripulación. Se nos muestran sus personalidades y su jerarquía dentro de la nave. Acto siguiente se nos informa de que la Nostromo ha recibido un mensaje de origen desconocido que es necesario investigar.

Es el punto de partida para la grandeza de la cinta.

Desde este momento en adelante el guion planteará una serie de preguntas que nunca obtendrán respuesta.

Otro de los grandes aciertos del guion es la igualdad de condiciones entre el espectador y los personajes. Así como para la creación del suspense es eficaz que el espectador parta desde un punto de ventaja respecto al personaje, en el terror es conveniente que esta relación sea de pura igualdad. 

Para ejemplar estas ideas, podemos mencionar la entrada de Dallas, Kane y Ash en la nave del alien. El ambiente posee la irrealidad y la hostilidad de una pesadilla. En la sala central encontramos el cuerpo de un ente con características extrañas, aunque en cierta manera humanas. Vemos una suerte de columna vertebral y unas costillas que parecen invertidas. Un mal director hubiese tratado o bien de no explicar nada o bien de explicar demasiado. Sin embargo, cuando Dallas se acerca para inspeccionarlo, solo obtenemos este breve pero vigoroso diálogo:

«Lleva mucho tiempo muerto, fosilizado. Ha ido creciendo desde la base. Los huesos están colocados hacia fuera... como por una explosión interior.»

Sabemos exactamente lo mismo que Dallas; es decir, nada. ¿Qué clase de especie puede ser? ¿Son humanos? ¿Cómo han desarrollado su avanzada tecnología? Pero, antes de que podamos siquiera empezar a buscar una respuesta, Kane desciende y encontramos por primera vez al alien.

 

La anatomía y la estructura del alien despiertan inconscientes temores sexuales y una constante incertidumbre. Cuando pensamos que empezamos a conocer a la nueva especie, esta muta en una versión más letal y nosotros retrocedemos al desconocimiento. Eso, añadido a que ignoramos en todo momento en qué punto de la claustrofóbica Nostromo se encuentra la criatura, genera en el espectador el mismo terror que experimentan los propios personajes.

Otro ejemplo de la constante incertidumbre a la que se nos somete es cuando, tras la aparición del alien frente a uno de los personajes, observamos un gran corte en el montaje y vemos a un Parker aterrado, que, nervioso, dice:

«Fuera lo que fuera... era muy grande.»

La película está, pues, plagada de estas líneas felices y de gran inteligencia narrativa. Nombrar todas sería casi equivalente a citar todo el guion.

Los directores de terror deberán ver en este largometraje un ejemplo a seguir. Quizá, con suerte, algunos lo hagan y, partiendo de ese respeto, nos regalen una película que consiga hacernos redescubrir ese horror genuino del que tanto disfrutamos. Para ello habrán de ver que lo que hace grande a Alien es su pleno conocimiento de la esencia del terror: lo desconocido.

TRÁILER: https://www.youtube.com/watch?v=aqx-_Novk9I

Por Alex Jiménez

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